Esta historia la leí hace algunos años en el blog de un especialista en Marketing. Cuenta que él y su empresa, andaban buscando una mujer para ocupar el puesto de recepcionista en una nueva oficina que abrieron en alguna ciudad de Baja California, por lo que publicaron su anuncio de oferta de empleo en algunos grupos de Facebook, Craiglist, periódico impreso, entre otros medios.
Recibieron algo así como 20 currículos electrónicos, de los cuales, dos de ellos le llamaron la atención ya que encajaban con el perfil que ellos requerían.
Como todo buen contratante de nuestra época, lo primero que él hizo, antes de llamarlas para entrevista, fue buscar información sobre estas chicas en Internet.
De la primera, encontró fácilmente información en alguna página de Facebook, en donde lo primero que vio fue una foto de ella tirada en la banqueta con una cahuama (bien helada me imagino) y en su página decía que sus intereses eran “La cheve, el tequila y la parranda”
De la segunda, le costó más trabajo encontrar información, pero buscando con paciencia encontró una conversación en alguna página en donde le comentaba a otra amiga que “andaba buscando una chambita temporal porque ya se quería regresar a los Estados Unidos”
Dos de dos, Google nunca se olvida de ti.
Lo mejor que puedes hacer en estos tiempos donde la tecnología y las redes sociales son el pan de cada día, es publicar en tus redes contenido relacionado con tus estudios o tu trabajo a nivel profesional, tus actividades, tus logros y todo lo relacionado con la imagen que quisieras venderle a alguien que te podría contratar o a alguien que podría requerir tus productos o servicios. De ninguna manera está prohibido divertirnos y hacer nuestros planes según lo que nos convenga, pero, hay cosas que definitivamente no es conveniente hacerlas públicas.
Además, debido a que todo mundo tiene una videocámara en su celular, actúa siempre como si estuvieras en cámara infraganti, porque en realidad lo estás.
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